Ciencia un desafío de la globalización (original del articulo de Pagina12 del 22 abril 2011)
Varsavsky, en 1969, definió la necesidad de politizar la ciencia como la intersección entre conocimiento, sociedad y soberanía para un modelo nacional. Es llamativo que hoy esa discusión siga vigente mostrando que no hemos avanzado, sino retrocedido. La ciencia sigue siendo cientificista atemporal y atada al positivismo lógico. La idea de neutralidad no ha variado y es usada para legitimar la subordinación a los intereses del mercado que provee su sentido productivista y el retroceso del Estado que privatiza la política científica.
La integración subordinada del desarrollo científico, se encuentra hoy con un elemento que no tenía el peso en los 70. La aparición de la globalización del poder, la rendición de la soberanía, la ausencia de un arbitraje del Estado desligado de la ideología de mercado, transfirió el control a las corporaciones y convirtió, el conocimiento en mercancía de los complejos industriales-financieros globales.
Al mismo tiempo que la sociedad de mercado y su principal aliada la sociedad del conocimiento milagrosa y salvacionista, avanzan sobre el control de las instituciones productoras de conocimiento, desestructura al sujeto critico como agente subversivo, suprimiendo toda valoración filosófica e ideológica que pudiere desafiar, desobedecer y/o fracturar, la celebración de la razón técnica.
Esa tensión constituye el centro de la lucha por el control de la autonomía académica, una confrontación por imponer y guiar el significante simbólico del discurso. El intelectual-técnico puede, entonces, elegir desafiar estas propuestas o ser perro guardián del sistema de poder económico-hegemónico no solo en sus contenidos sino en, su para qué y su hacia donde. Una elección que solo requiere del arrojo de su albedrío.
El sentido del conocimiento va más allá del contenido. Se complejiza en el entramado del poder que define su camino y esa complejización, puede desplazar el entramado del eje mercado-consumo o recentrar al sujeto humanizándose en lo solidario, lo digno, lo libertario.
La ciencia en su construcción problematiza su propia esencia al describir lo natural respecto de algo externo a ella misma y al evitar la autoreferencia de pensarse a sí misma, su ontologizacion. El neoliberalismo, esa mano invisible que dirige los destino de la sociedad, en correspondencia con el fundamentalismo religioso y racial, funge equipado con la ciencia y la tecnología como una variable del fundamentalismo salvacionista mas cercano a la creencia medieval, que a la propia modernidad que los invento. Crecimiento ilimitado y destino manifiesto, son en el mercado, como en la ciencia –especialmente las naturales- el valor a ser naturalizado en beneficio de la “identidad corporativa” y transformar al individuo en un conformista, autoritario sin voluntad propia. Este modelo abandono la ética pregonada para la construcción social que proponía Adam Smith. Este intentaba ingenuamente construir una sociedad utópica y universal, mientras que hoy el neoliberalismo se dirige a la liquidación de la sociedad. Después de todo, la Ilustración europea que dio sustento la modernidad heredera de la esperanza secular de la tradición judeo-cristiana incorpora hace en su delirio civilizatorio las visiones teleológicas de la historia, como el capitalismo, el marxismo y la experiencia nacionalsocialista. Todas ellas sistemas destinados a un crear un sujeto universal único y excluyente que desemboco en los totalitarismos occidentales y que tiene su máxima expresión en el sistema político teocrático que rige los EEUU.
No negamos la ciencia en su quehacer, sino su dinámica y el sentido social y natural que deberían marcar los contenidos del saber. El dilema es si el desarrollo incorpora al sujeto –rehumanización- o contribuye únicamente a construir una sociedad tecnocrática que prometiendo bienestar por derrame, asesina la realidad en función de “una licencia ilimitada para subordinarse a lo técnico” (Baudrillard). Por ello, el conocimiento científico, debería ser parte de una construcción que permita el uso de los recursos adecuado a sostener un crecimiento cero que modere el consumo a las posibilidades del planeta y permita su sustentabilidad.
La colonialidad del poder ha descansado en una reclasificación racial/étnica de la población mundial entre América y la emergente ‘Europa Occidental’. En ella la Raza ha funcionado como clasificador social impuesto a la población mundial que distribuye roles y relaciones asociadas y puede ser considerado como el primer sistema global de dominación social históricamente conocido: la globalización..
La globalización exige transferir la decisión integral de modos y razones de explotación de los bienes comunes a manos privadas, apropiándose de la decisión política. La producción de alimentos con medios e instrumentos tecnológicos de un puñado de corporaciones, hace imposible pensar que el mundo resuelva el hambre del planeta sino mas bien formas de control del mercado que destruyen la “soberanía alimentaria” instalando un control social que conduce el diseño de un mundo cada vez más injusto. Y las legislaciones que regulan el patentamiento de moléculas y organismos vivos pasan a ser parte de la legitimación de ese control social necesario para el capitalismo. Si la tecnología puede sostener esta impúdica apropiación de la naturaleza para el control de la sociedad humana, no habrá necesidad de ejércitos para mantener la colonialidad. La “industrialización civilizatoria” estará diseñada para aquellos que tengan pasaje en el arca de Noe del día después. El resto, los otros, serán prescindibles.
Dependencia no solo es saqueo de recursos. Su finalidad es dirigir la producción de conocimiento, manteniendo el lugar desde donde se piensa. Y la periferia, al aceptar la universalización, se subordina a un centro como parte de una lógica que responde a la alianza del mercado y la tecnología para subordinar al quehacer humano a una cultura, donde lo importante es el intercambio económico. El hombre pierde la posibilidad de tener una visión del mundo como individuo y por lo tanto, de incidir en él.
Nuestro país tiene la oportunidad de crear o de imitar. Podemos reeditar la nueva versión neoliberal disfrazada de neo-desarrollismo pero igual de dependiente desarrollar un autentico modelo soberano, al margen de la globalización. El CONICET, INTA, INTI, CONEA, etc. pueden desplegar políticas que tiendan a desarrollar técnica que aborden en su contenido y forma la generación de saberes propios de cara a las necesidades del pueblo, una elección soberana o pueden servir a intereses dependientes implantados por concentrados corporativos desde las centrales.
La adopción de tecnologías es tan poderosa y poco inocente como la espada colonial. Con ellas se condicionan irreversiblemente modos de producción y el uso de recursos naturales. Y para ello la tecnología es diseñada a medida de las formas productiva hegemónicas de las corporaciones. Los desarrollos científicos y tecnológicos, los mecanismos de financiamiento y la privatización de la decisión política así como los relatos que se estructuran alrededor de la llamada “sociedad del conocimiento” resignifican sistemas e instituciones públicas para generar conocimiento-mercancía. La química orgánica, la biotecnología y los GMO, la informática aplicada a procesos de producción fordista entre otras disciplinas, son cada vez más desarrolladas para atender las necesidades productivas del mercado. El conocimiento entonces pasa a ser no solo propiedad del demandante sino el instrumento que permite subordinar modos y estrategias para satisfacer el consumo de las sociedades centrales sin detenerse en los cambios, exclusiones, saqueos que generan a su alrededor.
Andres E Carrasco
Investigador Principal CONICET
Profesor Regular UBA